La grabación de un disco dedicado a una de las figuras más relevantes a nivel internacional del panorama musical de los últimos decenios se presenta como imprescindible por varias razones. Luis de Pablo concita un reconocimiento amplio y unánime tanto dentro del país como fuera de nuestras fronteras. Ello unido a que gran parte de su catálogo se encuentra sin grabar —o ya descatalogado— hace imprescindible una recuperación musicológica y discográfica de una parte significativa de su corpus compositivo.
Camilo Irizo, en estrecha colaboración de trabajo con el compositor desde hace algunos años, decide iniciar esta andadura discográfica a través de la visión de uno de los instrumentos que De Pablo más aprecia, como es el clarinete, al que ha dedicado multitud de piezas tanto solista como con diversas formaciones instrumentales, incluyendo la participación necesaria de los músicos del ensemble Taller Sonoro, al que pertenece desde sus inicios.