“Cuidar de Mí”, el primer álbum de ALICIA ALEMÁN, supuso una
apuesta original y difícil de clasificar dentro del panorama de la música de
este país. Con claras influencias de Lhasa de Shela, Brian Eno o Joni
Mitchell, este segundo disco, y en general todo el trabajo de esta
cantante y compositora nacida en Tenerife pero afincada en Madrid, es un
arriesgado pero acertado juego.
Su música, intensa, íntima, mágica e, incluso, en algunos momentos, inquietante, no se parece a la de ningún otro
artista nacional. ¿Cómo podría definirse el estilo de Alicia Alemán? ¿low-fi?, ¿folk electroacústico?... Posiblemente,
todas esas etiquetas nos sirven cómo un primer acercamiento a la originalidad de esta compositora que tiene tras de sí
una larga trayectoria musical formando parte de las bandas de otros artistas.
En este segundo disco, cuenta con la impecable producción de Gonzalo las Heras. La batería de Tino di Geraldo, que marca con precisión el tiempo, conduce este vehículo, al que también sube Javier Colina con el contrabajo.
A todo esto, que viene condimentado con arreglos de guitarras y distorsiones a los que Alicia no nos tenía acostumbrados, se le se añade el registro de su voz, que, con suavidad y descaro, nos alimenta desde un lugar casi
onírico. Este lugar es al mismo tiempo claro e inconsciente, como si pudiéramos abrir una puerta en la mente y mirar
dentro. Las cualidades que ya conocemos en la voz de Alicia, prometen un directo sublime.
Alicia ha colaborado a lo largo de estos años con Luis Eduardo Aute, con el que ha realizado numerosas giras por España y Latinoamérica entre 1992 y 2002.
Con Aute grabó los discos Alevosía, Aire-Invisible, Alas y balas y Mano a mano, junto a Silvio Rodríguez.

En este periodo de tiempo colaboró en la gira y la grabación del disco Un mundo separado por el mismo Dios, de Nacho Cano, así como en los álbumes Generaciones y Tiempo real, de Mercedes Ferrer, o Ya Wadud, de Eduardo Laguillo, entre otros.

También cabe destacar su colaboración vocal en bandas sonoras de películas como La ardilla roja, de Julio Médem; Todos a la cárcel, de Luis García Berlanga; El detective y la muerte, de Gonzalo Suárez; Una gloria nacional, de Jaime de Armiñan, y Sexo oral, de Chus Gutiérrez.