En un lugar de Peñagrande, de cuyo nombre sí quiero acordarme, no ha mucho tiempo que vivía un
jambo de los de catecismos los viernes y fiestas de guardar, dálmata nervioso y Ducati con tubarro. Los ratos
que estaba ocioso (que eran los más del año) se daba a escuchar discos de rumba con tanta afición que casi se
olvidó de sus estudios de diseño. Peret, Manuel Malou, Kiko Veneno y Los Chunguitos, le hicieron perder el
juicio y desvelóse por cantar sus canciones hasta tal punto que creyó poseer el don que de sus ídolos tanto
profesaba. Buscó nombre artístico y trocó el de José por Jose (sin acento) y en vez de añadirle el lugar de
nacimiento, prefirió el de su fiel Ducati como acompañamiento.
Sabedor de que todo trovador necesita un escudero, encontró a Christian, el mancebo con las
mejores uñas que sobre las seis cuerdas el barrio recordaba, y así, en la taberna la Gallega, después de un par
de trocolitos, sellaron con gran hinchazón de venas y gorgoritos, la promesa de formar un dúo, trío o lo que
fuera, que al final fué sexteto, de sobrenombre “PALAIRE”, que aunque carece de grandilocuencia y donaire
a todo el mundo le suena a viento fresco.
Como había que llenar el estómago y también el gaznate, antes de luchar contra gigantes o
conquistar el Square Garden, Don Jose y su fiel Cristian fuéronle a prestar servicio al negocio de chapa y
pintura de un allegado, y entre barniz y lijado acabaron surgiendo las primeras seguiriyas, más de yunke que
de vulcano, más de corazón y calle que de Alcalá o seminario. Y así fue como a cambio de unos buenos
catecismos hicieron práctico su servicio de cantar y tañer sin otro beneficio que el aplauso de todo
Carabanchel, en el bar de al lado del susodicho taller.
Tras el éxito de sus actuaciones fueron ampliando los adeptos de lo que terminó en llamarse el
movimiento gallinero con Ricardo al bajo, Alvaro a la Strato, Javi al cajón y Aaron a los quebrantos, y después
de más de 100 conciertos consiguieron llamar la atención del recientemente creado en el vecindario, sello
discográfico PAUL MUSIC, distinguido combo especializado en la caza y captura de paladines de talento, que
dispuso el lanzamiento de lo que será conocido por las generaciones venideras como el Sonido Peñagrande,
que encandila a las más bellas Dulcineas y brinda con Calimocho (ineficaz brebaje para el amor, pero definitivo
para la juerga y el buen yantar).
Y helo aquí, un disco o descarga lleno de canciones verdaderas con un sonido fresco frente al miedo,
el conservadurismo o el pirateo, que hará que todo el mundo comprenda lo importante de las buenas ideas, y
la eficacia de estos sones frente a los ratos de aburrimiento colectivo.
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