En la década de 1970 la salsa invadió el mundo. Desde Finlandia a Japón todo el mundo bailaba (y sigue bailando) al son de los ritmos latinos que llegaban desde Nueva York. La salsa nació de la Gran Manzana pero no fue un invento nuevayorquino. No sólo las raíces sino toda su estructura formal, su fuerza, su calor, su capacidad infecciosa y muchas otras cualidades provenían directamente de Cuba, de la música cubana.          El son, la guaracha, el mambo, el cha-cha-chá, el bolero,...  ritmos calientes que habían nacido y evolucionado en la isla antes de repartirse por todo el globo Y si de música cubana en toda su expresión y extensión se trata, un nombre destaca por encima de todos los demás: Benny Moré, el sonero por excelencia, la voz de la música cubana, de toda la música cubana, la antigua (que no vieja) y la que pervivió tras la revolución castrista, la que se sigue bailando en las pequeñas poblaciones isleñas y la que invadió las calles de Nueva York creando la salsa.