Eran alemanes que conocían de primera mano la desbocada fiereza de un fascismo que ya había clavado sus afilados dientes en su tierra. Alemanes que lucían una bandera en la que se podía leer . Muchos murieron junto al Manzanares en la brava defensa de Madrid frente al empuje fascista. Todos sabían que jamás podrían volver a su país. Proscritos por defender la libertad. Pocos de los jóvenes estadounidenses de la habían cogido jamás un fusil. Tuvieron que aprender en Albacete, junto a otro río, el Jarama, que, como el Manzanares, pronto había de bajar enrojecido por la sangre de quienes cruzaron el Atlántico para gritar aquello de no pasarán. También norteamericanos, pero en este caso de Canadá, eran otros muchachos tan poco familiarizados con los fusiles como los de la . Aunque aprendieron. Su Brigada, la XV, se hizo famosa por su valentía y arrojo en el combate. Y no les iban a la zaga en bravura los vecinos del norte que cruzaron los Pirineos decididos a defender la República que formaron los batallones y . Los hubo que llegaron de Sudamérica, de los Balcanes, de Escandinavia... más de 40.000 voluntarios, 52 nacionalidades. La mitad de ellos se quedaron por siempre en camposantos españoles. Pero el recuerdo de su valerosa gesta sigue presente en la memoria de España y en el agradecimiento de sus gentes a quienes entregaron la vida luchando contra el fascismo. Por eso nos emocionamos volviendo a escuchar sus canciones. Aquellas melodías y palabras inflamadas de idealismo que cantaron sus gargantas. Para no olvidar. Para volver a decir gracias.