He aquí Milladorio. El Milladoiro de siempre y, al mismo tiempo, un Milladoiro renovado, permanentemente renovado, de acuerdo con quien sabe que la identidad, que se construye con audacia, inteligencia, talento y trabajo, mucho trabajo, debe ser algo a revisar constantemente, revisar deberíamos decir, para que, como los viejos licores, decante y dé las mejores esencias.
Sinfonía en doce tiempos. Los antiguos decían que el Mar Maior empezaba fuera de puntas, más allá de los arenales y de las islas, el Mar Antiguo, horizontes abiertos para respirar, más también para afrontar el riesgo y la aventura, el camino, que en nuestro caso es la ruta del sol, desde las brañas mariñanas a Terranova, desde Ortegal al Támesis y el Gran Sol, el Mar Céltico, con el gaitero sobre el puente del navío y las gaviotas señalando el rumbo, como aquel Xoán de Boimorto en la nao de Don Bartolomé, en los días del Descubrimiento.
He aquí Milladorio que, una vez más, nos invitan a viajar más allá de nosotros, en el mar de la memoria y del tiempo el mar de la saudade, esa luz que maravilla al mundo y habla de nosotros desde las últimas barandas.
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